Y Luca cogió su fusil…

Primavera de cataclismos la que se vive en el mundo de la automoción en lo que va de año. Hemos visto caer a Carlos Tavares y decir adiós, primero, a Wayne Griffiths y ahora a Luca de Meo, el personaje más mediático -y efectivo, a las pruebas nos remitimos- del entorno automovilístico global.

No suele ser Luca de Meo un directivo que aguante mucho tiempo quieto. Y lo hemos visto en sus cargos recientes donde el quinquenio era su vara de medir. Pero en el Grupo Renault, parecía sentirse a gusto, los resultados económicos estaban llegando -recordemos que cogió la empresa de 2020 con 8.000 millones de pérdidas- y no hace mucho había presentado un curioso y quizás, premonitorio, “Diccionario sentimental del automóvil”. Es más, su plan Renaulution de inicios estaba dando paso a la preparación del nuevo plan estratégico que se presentará en noviembre y que está bastante avanzado, pero no concluido.

Tenemos unos resultados récord para el grupo Renault y creo que podemos decir que hemos encontrado una especie de poción mágica, un poco como Astérix y Obélix», manifestaba con orgullo De Meo a principios de año.En el balance positivo de De Meo hay que citar su reordenamiento de la Alianza con esa explotación industrial para nuestro país de Mitsubishi, la generación de nuevas líneas de negocio/empresas como Horse para seguir profundizando en la combustión junto a Geely y Aramco y Ampere focalizada en la electrificación pura y software. También es destacable su plan de producto con cuatro focos de activación o reactivación: eléctrico, hibridación -importante para España y nuestras fábricas, retrodiseño y subida del ticket medio de compra intentando expansión en segmento C -made in Spain en su gran mayoría-. También las marcas parecían reordenarse con una Dacia potente y rentable, una Alpine por fin con un plan claro de producto y una Mobilize, que, eso sí, todavía busca su camino en el mundo de la movilidad. Eso sí, sin noticias de China y Estados Unidos, primer y segundo mercado en volumen mundial.

Luca de Meo Portada

Y Luca decidió hacer las maletas…

Y entonces, en este aparente mundo feliz, ¿qué puede haber hecho que Luca de Meo coja sus maletas y cierre su etapa automovilística de esta manera? Lo primero un contexto complejo e incierto para la industria europea y sin definición ni rumbo político claro. Y no es Luca un hombre que huya de los retos, pero también es cierto que la incompresión política ante la defensa de las industrias francesa y europea han erosionado su ilusión. Y en especial el apoyo político francés no ha sido el deseado y han sido numerosos los ataques cruentos por parte de diputados franceses a su gestión laboral pese a mantener la producción de eléctricos en el país vecino, a su salario -no hace mucho comentaba en voz alta que trabajaba entre 60 y 80 horas semanales-. Tampoco debe haber gustado mucho a De Meo encontrarse con que el Ministerio de Defensa quisiese que Renault fabricase drones en Ukrania para uso militar -el estado francés posee el 15,01 por ciento del accionariado-.

Ahora Luca de Meo tiene el reto de devolver al seno de la rentabilidad al lujoso Grupo Kering pero pudiendo llevar una vida personal más equilibrada a sus 58 años y donde siga luciendo su faceta creativa, comprometida y apasionada con  todos los proyectos en los que se involucra. Mientras tanto, el sector se queda huérfano del, quizás, el último gran valor global que le quedaba. No sabemos si esto puede ser premonitorio para el sector o puede ser oportunidad para que surja nuevo talento motriz que tire de este carro. Y ahí no veo ahora mismo, desde el territorio occidental, a otro gran personaje en esta industria que nuestro José Muñoz.

He tenido la suerte de cruzarme con él numerosas veces, de entrevistarle, de conocer al personaje más allá de su faceta profesional y creo que para terminar viene que ni pintado su primer recuerdo automovilístico, tal cual me lo contó: “mi padre trabajaba para Lancia y le tocó pilotar los negocios de la marca en África Central a principios de los ´70. Vivíamos en Costa de Marfil y entonces la infraestructura hotelera allí era escasa. Era el Rallye Costa de Marfil y el equipo se alojaba en casa. Entonces, un día, Arnaldo Cavallari, uno de los pilotos del equipo junto a Sandro Munari, me dijo que si quería dar una vuelta en el Fulvia HF de rallyes. Yo tenía seis años y cuando bajé del coche decidí que yo me tenía que dedicar al mundo del automóvil como fuese… Pero lo curioso es que, un montón de años después, cuando ya estaba dirigiendo Lancia, me llegó para supervisar una factura atípica de luz de un sótano que creía teníamos abandonado. Pregunté y ahí había una colección de coches históricos de Lancia inimaginable. ¿Y sabes qué coche estaba? Sí, mi Fulvia de rallyes”.

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